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Upa Parado

Paula Rusquellas

Boris es chiquito y no quiere ver todo desde abajo.  Pide upa y los grandes, antes de auparlo se sientan.

!Asi no vale!

Para Boris la calle está llena de rodillas que terminan en zapatos y zapatillas. A los únicos que ve cara a cara es a los perros y los gatos. Cuando Boris quiere hablar en perro o en gato, le dicen que no es perro ni gato, el es un nene: que no ladre ni maúlle. Entonces Boris llora, ladra, grita y relincha como una tormenta hasta que lo aúpan.

Boris es chiquito, no llega a las manijas de las puertas que le gustaría abrir, ni a los timbres que le gustaría tocar .Están muy altas las ventanas por las que le gustaría mirar y las canillas que le gustaría girar..

En las verdulerías los cajones llenos de frutillas perfumadas,de limones redondos y de duraznos peluditos están todos a su alcance, pero nadie lo deja jugar con las frutas ¡Que serían tan lindos juguetes!… Entonces Boris manotea los tomates peritas y los exprime hasta hacerlos tinta y arranca de a una las uvas rosadas y las pone en fila en las rayitas de la vereda. Cuando quiere treparse a un zapallo armado de una banana estrujada lo aúpan y entonces puede acercarse a las giurnaldas de ajos y morrones achicharrados.

Boris quiere upa, pero upa de papás parados.

Desde los brazos de un grande parado el mundo se ve enorme y lleno de cosas para mirar. El piso embaldosado queda lejos y están más cerca la ropa colgada de la soga y los pájaros. Las nubes, los bariletes, las barbas, los anteojos, las estrellas, las llaves de la luz, las perchas.

Eso no es todo. A Boris no le gustan las croquetas, ni la sopa, ni los merengues: a él sólo le gusta el pastel de papas. A veces los grandes tratan de que le gusten otras comidas. Le cuentan que las sopa es un mar revuelto donde naufragan los fideítos; y la polenta una montaǹa con cumbres de nieve de salsa; la pascualina un libro con hojas de acelga; un plato de arroz una multitud de ideas de nieve.

Pero Boris los escucha seriamente y cuando el cuento se termina pide pastel de papas.

Parado al lado de la mesa, el mantel le hace cosquillas en la nariz y las barrigas de los grandes sentados apenas le dejan ver las caras. ¡Claro, ellos están tranquilos porque se hacen upa a sí mismos, y si quieren, comen pastel de papas!

Boris siente que nadie lo entiende. Una lágrima gorda le llena la garganta y entonces llora a gritos, a patadas, a bufidos a truenos y a cataratas.

Cuando Boris sea grande va a inventar ascensores chiquitos para llevar a todos lados y se va a llenar de pastel de papas los bolsillos.

 

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