En Vela
Paula Rusquellas
Mirar fijamente el nudito de hilacha que va y viene acompaǹando su pecho.
Hacer foco en el nudito blanco sobre la tela negra.
No puedo atender a todo.
No puedo.
Si consigo seguir el ir y venir del nudito de hilacha blanca…mientras el nudito se mueva…mientras vaya y venga…tal vez si intentara copiar su ritmo con mi respiración. Podría ser mas fácil ¿Podré?
Seguir mirando, estar seguro que respira. Que sueǹa. No dormirme. No dejar al sueǹo que me acaricie, que me lama la cara. Que me agobie la espalda. No permitir que me pese el cuerpo, que se me abandonen las manos sobre las piernas. No cerrar nunca los ojos, los ojos se me duermen en un parpadeo. Estar seguro que respira, que no se destapa.
Estar presente si se despierta, estar despierto si se despierta.
Girones de escenas vividas se mezclan con las imágenes que ven mis ojos. Mis ojos parecen ver y mirar independientes de mi voluntad. Se posan como mariposas mareadas de luz, sobre el libro abierto ayer.
¿Ayer yo?, o fue antes de ayer? ¿Cuántos días hace? No sé cuando empieza un día
y termina otro, sólo seguir mirando si respira. SI sueǹa. Que no se destape.
Sólo podría destaparse si se moviera. ¿Cuánto tiempo hace que no se mueve? ¿Que no mira?.
Cada vez me conformo con menos: antes que no se asustara, que no le doliera, que se alimentara. Ya sólo me conformo con saber que respira. !Qué sé yo si sueǹa!
No puedo recordar qué era lo que estaba leyendo, antes, hace unos días cuando no parecía una victoria que respirara. Cuando no se me ocurría que pudiera dejar de respirar, yo leía mientras le hacía compañía.
Se puede decir que le acompaño.
Sólo vigilo que respire. Y no dormirme. Despertar los sentidos, creo que perdí el tacto. No se qué hay entre mis dedos. Quiero cerrar fuertemente los puños y apenas puedo, mis manos no me pertenecen; son como su cuerpo que apenas toma el aire indispensable para tener fuerza suficiente para tomar una nueva bocanada de aire que le permita tomar otra…Nada más que eso: una máquina que continúa.
Entre mis dedos los flecos de mi bufanda, no recordaba que mi bufanda tuviera flecos tan largos…una araña, sus patas leves me rozan la palma de la mano abierta. El sobresalto me provoca un gesto violento.
No comprendo, busco con la vista la araǹa, tardo en entender que me quedé dormido, que soñé la araǹa.
Tardo en recordar qué hago dormido en una silla, con esta luz triste mezcla del velador con el amanecer que se insinúa por las rendijas de la ventana. A través de los ojos entrecerrados reconozco una manchita blanca sobre fondo negro.
!El nudito, el nudito de hilacha completamente quieto!
Parece que se alejara y se acercara, no, no, completamente quieto. Quieto. Como si siguiera dentro del sueǹo estiro la mano y toco su pecho. Su pecho quieto.
¿Cuándo me habré dormido?
¿Estaré ahora despierto?
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