Cordero de Dios
Rubén Darío Comesaña (del libro "De Parte de madre")
El abuelo que por ley también lo era de mis hermanos
tenía otros nietos:
los hijos de cacho y de Anchorena: la mara y la cristina.
Para mara y cristina, Pablo era el abuelo
(pepa, su mujer antes y después de serlo, la abuela
era la suya)
De mara y de cristina
nos gustaba
esa fresca inocencia
que suele traerse, los sábados por la tarde,
al llegar de pueblo chico.
(El nuetro era el más grande de la zona, que amagaba con dejar de ser desierto;
y la mía – quizás hablo por todos – una arrogancia pueril
instalada con el venir de mis padres
desde la urbe).
Por cuestiones de la carne del pecado
pepa sabía hacerles… a la mara y a cristina
empanadas de caballa para pascuas…
y la cruz seguido al Ceferino.
Antes de irme – el abuelo apartándome de un brazo –
me lo dijo que serlo por ley, para él no era pecado;
por que su deseo siempre había sido,
estar junto a ella/s… y los de cacho.
(Después fue enterarme – yo ya no estaba –
que mara hizo su vida – por donde le sigue ganado espacio
al monte la capital de la provincia –
con un hombre casado y con dos hijos).
Recuedo de entonces… el murmullo incestuoso
en la fiesta del cordero.
También
cuando papá decía
que nuestra relación con dios
no iba más allá,
de andar corriendo por ahí
con la estampita.
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