Mi Corazón Está Vagando en Sueños
María Eugenia Fiorini
Como un módulo lunar que se desprende de la nave nodriza, en una atmósfera oscura, con brillos aislados y fugaces estelas de luz, mi corazón se ha separado de mi mente, suave y naturalmente, y está vagando en sueños, etéreo, impersonal, ingrávido y frágil. No hay viento en este espacio onírico, en esta galaxia silenciosa del sueño, pero él, mi corazón, se deja llevar por una fuerza que lo empuja amablemente, sin sobresaltos, como si fuera pasando de mano en mano y fueran miles esas manos, y se turnaran para recibirlo y no permitir que se interrumpa su periplo.
Este espacio irreal e innominado del sueño es un lugar tan vasto que no alcanzo a figurarme hasta dónde llega, porque además, ya les he dicho, mi mente no está aquí para siquiera adivinar su probable extensión. Pero eso no importa, ya que mi corazón va arrastrando estrellas que se le enganchan durante el viaje, y se quedan adheridas a él, y estelas brillantes de luz enceguecedora mueren en mi corazón y como brasas encendidas, lo iluminan todavía más, quedan enredadas como guirnaldas de luz eterna. Mi corazón tiene espacio para todas estas luminosidades, ya que no está mi mente para vigilarlo y limitarlo….mi corazón no tropieza con nada, su marcha es lineal, continua, como un tren sin estaciones… no me preocupa a dónde tiene que llegar, ni se siquiera si debe llegar a un lugar, si esta extensión es en efecto un lugar, sólo me sorprende no percibir el viento, y siento que mi corazón no tiene manos pero recoge como si fueran frutas maduras toda la luz, sin descartar ninguna fruta-luz por estar muy roja o muy verde; mi corazón no tiene piernas pero se mueve mejor que si pudiera caminar, vuela sin alas, no tiene ojos pero ve toda esta luz, y habla sin boca, y siente, y no necesita pensar. Soy feliz.
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