Il Bacio della Morta V – Garibaldi, la vida militar
Nuncio Romeo (año 1911)
Aunque había sido planificada en el convento de Gance, la revolución se desarrolló en Palermo. Con la partida de los revolucionarios y el desembarco de Garibaldi con miles de ellos en Marsala, la derrota de las tropas borbónicas en el primer encuentro con los garibaldinos y el apoyo de los picciotti sicilianos, Sicilia entera se levantó en armas. Deseaba liberarse al fin de un gobierno insoportable.
En tales ocasiones, las familias solían sacar a sus hijos y parientes lejanos de sus estudios por que se suponía que el arzobispo cerraría el seminario. En el dormitorio se produjo una extraordinaria algarabía, esperando deseosos un inminente regreso con la familia.
Esa misma tarde, sin embargo, fuimos llamados por el arzobispo, que con palabras en nada parecidas a la mansedumbre del cristianismo, exibiendo toda la autoridad de su rango (disfrutaba entonces el grado de generalísimo) nos dijo que pedíamos el cierre del seminario después que con su sacrificio monetario nos había liberado de la azada y el arado para mejorar nuestra posición social (mientras tanto pagábamos una considerable cuota trimestral). Esperábamos un sermón cristiano y benévolo, en su lugar nos tocó escuchar una grosera diatriba.
Esto no resultó satisfactorio para tres o cuatro de nosotros; Al día siguiente, vestido de civil, abandoné el seminario.
Mi madre, al oír las razones, no se opuso demasiado, limitándose a esperar algún tiempo, sabiendo que podría no llegar nunca.
Empujado por la tradición familiar (había varios médicos entre mis antepasados, abuelo, padre, tíos, etc.) me sentí inclinado al estudio de la medicina; con el beneplácito de mis parientes partí hacia Nápoles para estudiar medicina y cirugía.
Todavía no había cumplido con el 2º año de estudio, cuando un decreto ministerial llamaba a las armas de la 2ª categoría a los nacidos en 1840 y 1841, clase a la que yo pertenecía; se debía a las nada buenas relaciones con la vecina Austria. De estudiante devine en soldado y partí hacia la alta Italia.
La Vida Militar
Soñé con el momento en que debí separarme de mi madre, a la Romana. Se me escapó alguna lágrima, un beso y un adiós; una y otra cosa reprodujeron el doloroso sentimiento de la separación; había sido un desprendimiento demasiado brusco.
Recalamos en Messina, embarcándonos en un vapor carguero; estaba lloviendo, y bajamos a la bodega atiborrada de forraje. La traveía a Génova fue bastante dificultosa. Desde Génova, y luego hasta Alejandría, viajamos hacinados como sardinas en coches de tercera clase a nuestros respectivos destinos, alojados en los pasillos húmedos cubiertos de una paja no muy limpia que no olía a rosas, precisamente.
Afortunadamente, al segundo día nos mandaron a los depósitos del regimiento, en Fossano, donde nos atendieron, nos proveyeron uniformes y nos enviaron a nuestros respectivos regimientos.
En este punto del sueño pasó frente a mis ojos un resplandor rojo vivo; Recuerdo vagamente que me sobrevenían movimientos para vomitar y tenía arcadas; Volví a dormirme, mis sueños eran vívidos, y yo diría que casi proféticos.
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